Toda teoría del aprendizaje presupone una concepción del conocimiento, que sin dudas emerge atravesada por una teoría social acerca de lo que se concibe como tal, por eso, consideramos que es pertinente conducir la pregunta hacia algo más básico: ¿cómo conozco?
Desentrañar las relaciones existentes entre el aprendizaje de la ciencia y el conocimiento científico supone el estudio de los métodos y principios usados para distinguir el buen uso (correcto) razonamiento del malo (incorrecto).
Sin embargo, no pretendemos sostener que con sólo el estudio de la lógica se puede razonar correctamente. Sostener esto sería erróneo.
En efecto, la importancia de los métodos y las técnicas lógicas presupone que dada la misma agudeza intelectual, la persona que estudia lógica tiene una posibilidad mayor de razonar correctamente, de allí la necesidad de conocer los principios implicados en esta actividad.
Ante todo un estudio adecuado de la lógica propone un abordaje que se enfoque tanto en su consistencia como arte y como ciencia, en el cual el estudiante deberá hacer ejercicios concernientes a todos los aspectos de la teoría que aprende, avalando la idea de que toda práctica nos ayuda a perfeccionarnos.
Por otra parte, un aspecto tradicional del estudio de la lógica compete al examen y estudio de los métodos incorrectos de razonamientos, o sea las falacias. Esta parte de la materia no sólo da una visión más profunda de los principios del razonamiento en general, sino que el conocimiento de esas trampas nos ayuda positivamente a evitarlas.
Por último, consideramos que la utilidad de estos conocimientos redunda en beneficio de los alumnos, puesto que al ser capaces de distinguir razonamientos correctos de aquellos que son incorrectos podrán mejorar certeramente los propios, evitando así incurrir en falacias argumentativas.
En este sentido:
“(…) toda obra científica suficientemente grande como para ser recordada durante algunas generaciones brinda algún ejemplo del estado defectuoso del arte de razonar de la época en que fue escrita; y cada paso importante en la ciencia ha sido una lección de lógica” Charles Sanders Peirce.
Frente a la realidad cotidiana de la transformación que el mundo experimentó desde el advenimiento de la ciencia moderna, con sus adelantos en agricultura e industria, comunicaciones, salud, higiene, por nombrar someramente algunos aspectos, resultados prácticos que, muchas veces han sido verdaderamente alentadores respecto del progreso no imposibilitan desviar la mirada de aquellos otros aspectos científicos que se imponen como una amenaza para la civilización misma.
Por ello, consideramos, que el aspecto práctico no es el único valor de la ciencia. La ciencia es conocimiento ante todo, y, como tal un fin en sí mismo El científico está empeñado en la búsqueda de las leyes naturales conforme a las cuales se producen acontecimientos particulares, bajo esas leyes naturales rigen principios fundamentales que no deben ser ignorados,
Desentrañar las relaciones existentes entre el aprendizaje de la ciencia y el conocimiento científico supone el estudio de los métodos y principios usados para distinguir el buen uso (correcto) razonamiento del malo (incorrecto).
Sin embargo, no pretendemos sostener que con sólo el estudio de la lógica se puede razonar correctamente. Sostener esto sería erróneo.
En efecto, la importancia de los métodos y las técnicas lógicas presupone que dada la misma agudeza intelectual, la persona que estudia lógica tiene una posibilidad mayor de razonar correctamente, de allí la necesidad de conocer los principios implicados en esta actividad.
Ante todo un estudio adecuado de la lógica propone un abordaje que se enfoque tanto en su consistencia como arte y como ciencia, en el cual el estudiante deberá hacer ejercicios concernientes a todos los aspectos de la teoría que aprende, avalando la idea de que toda práctica nos ayuda a perfeccionarnos.
Por otra parte, un aspecto tradicional del estudio de la lógica compete al examen y estudio de los métodos incorrectos de razonamientos, o sea las falacias. Esta parte de la materia no sólo da una visión más profunda de los principios del razonamiento en general, sino que el conocimiento de esas trampas nos ayuda positivamente a evitarlas.
Por último, consideramos que la utilidad de estos conocimientos redunda en beneficio de los alumnos, puesto que al ser capaces de distinguir razonamientos correctos de aquellos que son incorrectos podrán mejorar certeramente los propios, evitando así incurrir en falacias argumentativas.
En este sentido:
“(…) toda obra científica suficientemente grande como para ser recordada durante algunas generaciones brinda algún ejemplo del estado defectuoso del arte de razonar de la época en que fue escrita; y cada paso importante en la ciencia ha sido una lección de lógica” Charles Sanders Peirce.
Frente a la realidad cotidiana de la transformación que el mundo experimentó desde el advenimiento de la ciencia moderna, con sus adelantos en agricultura e industria, comunicaciones, salud, higiene, por nombrar someramente algunos aspectos, resultados prácticos que, muchas veces han sido verdaderamente alentadores respecto del progreso no imposibilitan desviar la mirada de aquellos otros aspectos científicos que se imponen como una amenaza para la civilización misma.
Por ello, consideramos, que el aspecto práctico no es el único valor de la ciencia. La ciencia es conocimiento ante todo, y, como tal un fin en sí mismo El científico está empeñado en la búsqueda de las leyes naturales conforme a las cuales se producen acontecimientos particulares, bajo esas leyes naturales rigen principios fundamentales que no deben ser ignorados,